González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
entrepreneurship in Spain. Women´s Studies International Forum, 34, 360-370.
DOI:10.1016/j.wsif.2011.05.007.
Mujeres, inmigración y comportamiento emprendedor en España: Confluencia de
debates ante una compleja realidad
J. María González-González *1
Francisco D. Bretones
Victoria Zarco
Andrés Rodríguez
Department of Social Psychology and Methodology of the Science of the Behavior,
University of Granada, Granada, Spain.
Resumen
El interés social, académico y político hacia el comportamiento emprendedor ha
crecido en los últimos años puesto que se considera, en el marco de una sociedad
capitalista, una forma de luchar contra el paro y la exclusión en determinados colectivos
que, como las mujeres y los inmigrantes, se encuentran discriminados y marginados en
el ámbito sociolaboral. En esta investigación utilizamos una metodología cualitativa
basada en entrevistas semi-estructuradas para analizar, desde una perspectiva
psicosocial de género, el comportamiento emprendedor de 52 mujeres inmigrantes
residentes en España. A partir de sus testimonios damos cuenta de la heterogeneidad de
motivaciones que impulsan a estas mujeres a crear una empresa, identificamos los
perfiles y las estrategias de autoempleo más comunes, describimos las consecuencias
individuales y sociales derivadas de este comportamiento emprendedor e ilustramos
cómo todo el proceso está condicionado por su adscripción al género femenino.
Palabras clave: Género, comportamiento emprendedor, mujeres, inmigración, España.
1∗ Correspondence to: J. María González González, Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud. Universidad de Granada.
Avda. Madrid. s/n. E-18071. Granada (Spain). E-mail: jmgonza@ugr.es
González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
entrepreneurship in Spain. Women´s Studies International Forum, 34, 360-370.
DOI:10.1016/j.wsif.2011.05.007.
Introducción
El interés social, académico y político hacia el comportamiento emprendedor ha
crecido en los últimos años puesto que se considera, en el marco de una sociedad
capitalista, una forma de luchar contra el paro y la exclusión en determinados colectivos
que, como las mujeres y los inmigrantes, se encuentran discriminados y marginados en
el ámbito sociolaboral al entenderse que ambos poseen otros espacios alternativos en los
que desarrollar sus actividades productivas, a saber, la esfera familiar, doméstica,
privada para las mujeres y el trabajo asalariado en los países de origen para los
inmigrantes (Alund, 2003).
Desde una perspectiva clásica se estandariza a la persona emprendedora como
un hombre joven o de mediana edad, que desarrolla su actividad en sectores
empresariales dinámicos e innovadores motivado, principalmente, por la obtención de
beneficios económicos y que cuenta para la creación del negocio con recursos de clase
tales como capital humano, financiero y social, además de ciertas características sociodemográficas ventajosas y condiciones políticas favorables tales como poseer la
nacionalidad de un país desarrollado económicamente con todos los privilegios civiles
que esto supone y hablar la lengua nativa del país en el que se desarrolla la actividad
empresarial. No obstante, desde hace una década en España, y algunos años más en
otros países occidentales, se está desarrollando un nuevo modelo de emprendimiento
protagonizado por personas pertenecientes a colectivos en riesgo de exclusión social
que desarrollan la actividad emprendedora o de autoempleo a causa de estar en paro o
en condiciones de precariedad, marginación o explotación socio-laboral. La motivación
de estos nuevos emprendedores no es tanto el afán de lucro, como el hecho de crear su
propio empleo como una forma de ganerse la vida. Suelen desarrollar sus negocios en
nichos laborales y económicos abandonados y/o rechazados por otros empresarios más
prósperos y la carencia de recursos de clase la suplen con altas dosis de motivación,
esfuerzo y sacrificio y con apoyos procedentes de sus grupos de pertenencia étnica,
nacional o familiar (Apitzsch and Kontos, 2003, 2008). El comportamiento
emprendedor de las mujeres inmigrantes, objeto de estudio en la presente investigación,
se ubicaría en este nuevo tipo de emprendimiento.
Así, el emprendimiento ha sido una actividad considerada tradicionalmente
masculina en la que, por una parte, se han asociado las características de la persona
emprendedora (liderazgo, riesgo, racionalidad, innovación) con el estereotipo masculino
(independencia, agresividad, autonomía, instrumentalidad, coraje) y, por otra, se han
diferenciado y alejado del rol comunal de las mujeres (expresividad, empatía, bondad,
sociabilidad, orientación al cuidado de los demás, timidez) (Bruni, Gherardi and Poggio,
2004a; Ogbor, 2000; Gupta, Turban, Wasti & Sikdar, 2009). Además, esta diferencia se
ha visto reforzada por el hecho de que, aún hoy, las tasas de emprendimiento globales
son más bajas en las mujeres que en los hombres (Minniti & Nardone, 2007) y, a pesar
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de que el perfil formativo y educativo de las mujeres empresarias es elevado, los
hombres suelen poseer una cualificación universitaria y profesional más específica para
gestionar un negocio, así como una mayor experiencia empresarial (Mueller, 2004).
En la literatura científica se pueden encontrar numerosas diferencias de género
relacionadas con la actividad emprendedora entre hombres y mujeres. Así, se ha puesto
de manifiesto como en el origen del comportamiento emprendedor femenino resulta
determinante la necesidad de compatibilizar responsabilidades domésticas, familiares y
laborales, mientras que los hombres se mueven en mayor medida por la oportunidad de
negocio (Hughes, 2003; Taniguchi, 2002). Muchas mujeres se perciben
fundamentalmente como madres, educadoras y cuidadoras y es más probable que
experimenten conflictos entre sus vidas privadas familiares y profesionales, mientras
que los hombres ejercen en mayor medida como proveedores económicos y materiales
de la familia y, por tanto, les resulta más fácil compatibilizar empresa y rol de género
(Cowling and Taylor, 2001). Del mismo modo, valores personales e intrínsecos como la
autorrealización, el crecimiento profesional y las relaciones interpersonales y sociales
parecen ejercer una mayor influencia motivadora sobre el emprendimiento de las
mujeres que sobre el de los hombres, más motivados por el logro social y económico
derivado de las prescripciones propias de su rol de género (Bruni, Gherardi and Poggio,
2004b).
Por otra parte, los negocios de las mujeres presentan algunas características
diferentes a los de los hombres como que se ubican de forma mayoritaria y
desproporcionada en el sector servicios, suelen estar relacionados con ocupaciones
consideradas estereotípicamente femeninas y tienen menos capital inicial, credibilidad
financiera, beneficios, tamaño y tiempo de supervivencia empresarial (McManus, 2001;
Muravyev, Talavera and Schaefer, 2009; Startiene and Remeikiene, 2008). Además, las
mujeres emprendedoras muestran una conducta de riesgo más baja que los hombres y
adoptan estrategias empresariales más defensivas (Brindley, 2005; Malach-Pines and
Schwartz, 2008).
Mientras que la actividad emprendedora en las mujeres ha sido ampliamente
estudiada dentro del marco del discurso feminista (Cromie and Hayes, 1988; Hisrich
and Brush, 1984; Marlow, 2002), el autoempleo de los inmigrantes ha sido investigado
en la literatura sobre los negocios étnicos (Kloosterman and Rath, 2001; Portes, 1998;
Waldinger, 1995). En este sentido, aunque los estudios sobre empresariado étnico en
Estados Unidos y en Europa han ido progresando, sin embargo los trabajos que se han
centrado en el papel de la mujer inmigrante como emprendedora son escasos y
específicos sobre colectivos étnicos y/o nacionalidades muy concretas (Apitzsch and
Kontos, 2003; Dallafar, 1994; Dhaliwal, 1998; Morokvasic, 1991; Strüder, 2003). La
invisibilidad tradicional de las mujeres inmigrantes, ya denunciada en la literatura sobre
género y migración, ha alcanzado también a aquellas que se emplean por cuenta propia
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(Apitzsch, 2003). El interés por el estudio del empresariado étnico desde una
perspectiva de género se deriva del hecho de que plantea un conjunto de nuevos
interrogantes: ¿por qué se genera el comportamiento emprendedor en estas mujeres
inmigrantes?, ¿cómo se desarrolla este proceso?, ¿qué consecuencias tiene el
autoempleo para las mujeres inmigrantes? Al intentar dar respuesta a estas cuestiones se
generan una serie de complejos debates sobre los que pretendemos realizar algunas
aportaciones.
Los primeros acercamientos al análisis y explicación del comportamiento
emprendedor de los colectivos inmigrantes tuvieron lugar de la mano de las
denominadas teorías culturales que, fundamentadas en la constatación de una mayor
propensión hacia el autoempleo de colectivos como los judíos, chinos, paquistaníes o
senegaleses, tienden a focalizar las causas de la proclividad de los inmigrantes hacia el
empresariado en su cultura específica (Bonacich, 1973). Este bagaje cultural distintivo
incluye patrones de conducta diversos que van desde la tradición empresarial en el país
de origen, hasta la propensión hacia el ahorro o la capacidad de sublimar la gratificación
como valores culturales y religiosos favorecedores de la iniciativa emprendedora. Las
interpretaciones «culturalistas» han sido cuestionadas por enfoques más recientes, ya
que no prestan suficiente atención a los condicionantes socioeconómicos y situacionales
bajo los que operan los empresarios inmigrantes.
Así, desde la perspectiva estructuralista se acentúa que el «contexto de
recepción» supone entornos sociales específicos para los inmigrantes que genera una
serie de constricciones (discriminación, obstáculos legales, competencia, etc.) y
oportunidades (demandas no satisfechas de productos y servicios para connacionales,
capital social y redes de apoyo) a los individuos con independencia de su capital
humano o de sus características culturales (Portes, 1998). Aun cuando los factores
económicos permiten enmarcar el contexto dentro del cual discurre el fenómeno de los
negocios étnicos, no pueden explicar todas sus manifestaciones. Por ejemplo, no
explican las distintas tasas de autoocupación entre colectivos étnicos o por qué las
empresas de determinadas nacionalidades suelen ser más estables y exitosas, que las de
otros grupos o comunidades. Por este motivo, durante la década de los noventa y
especialmente en el ámbito norteamericano, los estudios académicos adoptan un
enfoque más integrador que conecta las estructuras de oportunidades y condicionantes
de la sociedad receptora y las características culturales de la comunidad inmigrante para
dar cuenta del comportamiento emprendedor (Waldinger, 1995).
La formulación de estos modelos está basada en las características
socioeconómicas, laborales y étnicas de Norteamérica por lo que, a pesar del enorme
impacto que allí han tenido, en Europa surgen interpretaciones alternativas
argumentándose la influencia que sobre este fenómeno ejercen en muchos países
europeos una serie de condicionantes de carácter jurídico y normativo que influyen
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sobre la interacción directa entre las demandas de los consumidores y las ofertas de los
empresarios característica del ámbito norteamericano. Así, Kloosterman and Rath
(2001) proponen la teoría de la mixed embeddedness adaptando el modelo integrador
desarrollado en EE.UU. por Waldinger a las características socio-económicas de Europa
concretándose en dos modelos diferentes dependiendo de los países sobre los que se
aplique. Por un lado, el neo-American model, propio de los países anglosajones, en el
que los servicios públicos y los vinculados a la reproducción social son proporcionados
por un mercado dinámico, con gran capacidad de creación de empleo de bajos salarios.
En este modelo, optar por la autoocupación no es consecuencia de la carencia de
oportunidades en el open market o una alternativa al paro; sino que constituye una
estrategia para obtener mayores ingresos y lograr movilidad laboral ascendente. En
segundo lugar, el modelo Rhineland, específico de países de Europa occidental y central
como Francia, Alemania y Austria, se caracteriza por un mercado de trabajo con una
estructura dicotómica insider/outsider, en el que coexisten altos salarios y estabilidad en
el empleo para la población autóctona, con elevados niveles de paro entre el colectivo
de inmigrantes provocados por los obstáculos y trabas que se les ponen para conseguir
trabajo. En este contexto, los inmigrantes menos cualificados y con menores recursos
profesionales son los más motivados para crear un negocio pero, a la vez, la falta de
capital humano y financiero relega estos negocios a los estratos más bajos de la
estructura ocupacional, a menudo en actividades poco rentables, expuestas a la
competencia, y en sectores progresivamente abandonados por los empresarios
autóctonos.
En los últimos años se ha propuesto otro modelo explicativo para ajustarse a las
especificidades socio-económicas de países nórdicos como Dinamarca y Suecia en los
que, a pesar del importante control económico e industrial ejercido por el Estado,
similar al realizado en los países del modelo Rhineland, existe un importante desarrollo
del estado del bienestar y de políticas sociolaborales de igualdad que influyen en que la
proliferación de empresarios inmigrantes sea menor que en los otros casos puesto que la
mayoría se insertan como asalariados en el mercado de trabajo normalizado (Rath and
Kloosterman, 2000).
Las características sociales, económicas, laborales, jurídicas y migratorias en
países del sur de Europa como España, Italia, Grecia y Portugal no encajan exactamente
en ninguno de los tres tipos descritos por Kloosterman and Rath en el modelo Europeo
de la incrustación mixta. Probablemente con el que más similaridades encontremos sea
con los países del modelo Rhineland puesto que los controles y exigencias
sociolaborales hacia los inmigrantes son muy rigurosos pero, a diferencia de los países
centroeuropeos en los que se aplica este modelo explicativo, en el sur de Europa los
porcentajes de economía sumergida, desempleo, trabajo temporal y precariedad laboral
son muy altos; los sectores de inserción laboral se restringen al ámbito de la agricultura,
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construcción, hostelería, textil y servicio doméstico, no tanto al sector industrial; existen
enormes diferencias regionales dentro de cada país y, desde el punto de vista migratorio,
hace pocos años que han dejado de ser países de emigración, gracias al desarrollo
económico, social y laboral experimentado a partir de su integración en la Unión
Europea, para convertirse en el destino de una gran cantidad y diversidad de inmigrantes
procedentes de África, Latinoamérica, Europa del Este y de algunos países asiáticos
como China, Filipinas o Pakistán.
Estas circunstancias han llevado a algunos autores (King and Zontini, 2000) a
proponer un modelo más acorde con esta realidad que se está dando en llamar SouthEuropean Model, caracterizado por bajas tasas de autoempleo fruto de la enorme
cantidad de dificultades de todo tipo que tienen que sortear los aspirantes a empresarios
inmigrados y, por otra parte, al efecto de absorción irregular de la mano de obra
extranjera como asalariada en la economía informal tan desarrollada en estos países.
A partir del análisis de los planteamientos anteriores, se observa en la
investigación sobre este tema tres sesgos importantes que impiden una correcta
explicación del fenómeno y una adecuada intervención. En primer lugar, la mayoría de
los estudios se realizan desde una perspectiva androcéntrica en la que se analiza, sobre
todo, el autoempleo inmigrante masculino, obviándose la intersección clase, etnia y
género que afecta integralmente a este fenómeno (Holvino, 2008) y asumiéndose el
carácter de sujetos pasivos en las mujeres que siguen a los hombres a través de un
proceso masculinamente dominado. En este sentido, se hace patente la necesidad de un
enfoque de género desde el que se pueda analizar de forma exhaustiva las variables que
dotan de peculiaridad al proyecto empresarial migratorio de las mujeres y el grado en
que dicho proyecto se encuentra mediatizado por variables derivadas de su condición de
mujeres.
En segundo lugar, la importancia que adquieren los aspectos sociales,
económicos y políticos en el análisis de la actividad empresarial de los inmigrantes ha
hecho que haya sido la perspectiva sociológica la que ha dominado esta área de estudio.
No obstante, resulta fundamental realizar investigaciones más personales que recojan el
punto de vista humano, psicológico y subjetivo de los inmigrantes (Werbner, 1999).
En tercer lugar, el contexto geográfico del Sur de Europa hemos comentado que
introduce una serie de condicionantes de carácter cultural, social, económico, laboral,
migratorio así como un particular ideología de género mediterránea que han sido
escasamente estudiados en relación con el tema del autoempleo femenino étnico y que
nosotros pretendemos tener en cuenta en nuestra investigación para el caso de España
(Reyneri, 2003; Apitzsch and Kontos, 2008).
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Por estas razones, en nuestra investigación abordamos el análisis del
comportamiento emprendedor de las mujeres inmigrantes en España desde una
perspectiva psicosocial de género cuyos objetivos consisten en identificar los motivos
que impulsan a estas mujeres a crear una empresa, describir los perfiles y las estrategias
de autoempleo más comunes y analizar las consecuencias individuales y sociales
derivadas de este comportamiento emprendedor.
El estudio
Para alcanzar nuestro objetivo, se utiliza una metodología cualitativa considerando
que capta adecuadamente toda la complejidad, dinamismo y subjetividad inherente a la
temática de la inmigración, el autoempleo y el género. En algunas ocasiones, los
estudios estadísticos relacionados con el comportamiento emprendedor de los
inmigrantes simplifican la complejidad del fenómeno por el hecho de encajar con el
protocolo metodológico, y dejan al margen importantes aspectos subjetivos y personales
(Erel, 2007). En la misma línea, desde una perspectiva de género, se aboga por el uso de
metodologías cualitativas en el estudio de estos temas puesto que recogen la
emocionalidad y culturalidad inherente a las cuestiones de género (Campbell & Wasco,
2000).
Por estos motivos, se realizaron una serie de entrevistas semi-estructuradas con
una muestra de mujeres inmigrantes emprendedoras residentes en España,
concretamente en la región de Andalucía. El método de entrevista es adecuado para
obtener una visión procesual e integral de este fenómeno en el que se reflejan la
influencia que los diferentes factores sociales, psicológicos y de género tienen sobre su
proyecto empresarial a la vez que proporciona a la persona entrevistada un máximo
espacio y control en la narración de su experiencia (Apitzsch, 2003). La recogida de
información ha tenido un planteamiento muy abierto y poco directivo, aunque tiene
como punto de partida un escueto guión de preguntas relacionadas con los objetivos de
la investigación: motivaciones para el autoempleo (personales, laborales, culturales),
perfiles y estrategias empresariales (características y actividad emprendedora,
percepción de recursos disponibles, condicionantes y facilitadores), y consecuencias del
comportamiento emprendedor (individuales, familiares, sociales).
La combinación equilibrada de tres criterios metodológicos propios de la
investigación cualitativa ha condicionado tanto el número y características de las
mujeres participantes, como el proceso de recogida de información. Así, en primer
lugar, se ha buscado la representación tipológica o psico-socio-estructural, más que la
representación estadística numérica, de tal forma que se captara toda la heterogeneidad
sociodemográfica, variabilidad discursiva y diversidad de perfiles o estrategias que
pueda presentar el colectivo social que nos interesa; en segundo lugar, el criterio de
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saturación o redundancia nos ha indicado cuando parar, tanto a la hora de buscar más
mujeres a las que entrevistar, como a la hora de determinar la finalización de las
entrevistas y; en tercer lugar, el de accesibilidad o disponibilidad también nos ha
marcado las posibilidades de acceso a un mayor o menor número de personas (Denzin
& Lincoln, 2000).
De esta forma, se han realizado 52 entrevistas a mujeres inmigrantes no
comunitarias2 con una duración media de 67 minutos y una amplitud de entre 40 y 90
minutos. Toda la información recogida fue grabada magnetofónicamente con el
conocimiento y permiso de las participantes. El trabajo de campo se ha llevado a cabo
durante 2008 y 2009. Para acceder a las mujeres participantes se ha contado con la
colaboración de asociaciones, organizaciones no gubernamentales e instituciones
relacionadas con la inmigración que han servido como intermediarios a la hora de
acceder a las personas del colectivo.
(Insertar cuadro 1)
Como vemos, podemos caracterizar a las mujeres participantes en el estudio como
personas dadas de alta como autónomas en el registro de actividades profesionales,
predominantemente jóvenes, casadas y con pocos hijos, procedentes en su mayoría de
países latinoamericanos y magrebíes3, con un nivel de formación educativa medio-alto y
que llevan poco tiempo desarrollando su actividad emprendedora en pequeñas empresas
del sector servicios, con muy pocos empleados y con una rentabilidad económica
mínima que apenas da para el mantenimiento del propio negocio. A grandes rasgos, este
perfil que acabamos de describir coincide con el de las mujeres inmigrantes
emprendedoras en España.
Con la información recogida se ha llevado a cabo un análisis del discurso,
entendiendo como tal aquello que los sujetos manifiestan verbalmente de forma
espontánea y que se considera una expresión de sus pensamientos, sentimientos y
comportamientos. Más que en aspectos lingüísticos como la sintaxis, el estilo discursivo
y/o los aparatos retóricos utilizados por las participantes, el análisis se ha centrado en el
2
Los inmigrantes con nacionalidad de algún país miembro de la Unión Europea (pej. Alemania, Reino
Unido, Francia, etc.) tienen unas características sociales, económicas y laborales muy diferentes al resto
de los inmigrantes latinoamericanos, africanos, europeos del este o asiáticos que hemos estudiado y un
perfil emprendedor también muy distinto.
3Magreb es la zona más Occidental del mundo Árabe en la que se encuentran países del Norte de África
como Marruecos, Argelia o Túnez.
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contenido semántico del discurso. Concretamente, los objetivos han sido identificar e
interpretar los motivos que impulsan a las mujeres inmigrantes a crear una empresa,
describir este proceso y poner de manifiesto las consecuencias individuales, sociales y
de género derivadas de este comportamiento emprendedor.
Así, partiendo de las transcripciones de las entrevistas textuales, se ha segmentado y
codificado las narraciones de las participantes en función de los temas que traten, a
continuación se han categorizado estas unidades temáticas sobre la base de los objetivos
específicos de la investigación (motivos, perfiles y estrategias, consecuencias). Por
último, la presentación de los resultados se ha organizado a partir de los temas más
importantes que aparecen en el discurso y se han acompañado de párrafos o
extracciones literales del material trabajado para ilustrar, y en cierto modo justificar, las
interpretaciones que se van realizando y las conclusiones a las que se va llegando
(Chasteen, 1994).
Para garantizar la rigurosidad, credibilidad, transferibilidad, consistencia y
neutralidad de los análisis y conclusiones se han tomado algunas medidas de control
tales como codificar, categorizar e interpretar los resultados de forma independiente por
cuatro personas del equipo de investigación que, con posterioridad, ponían en común y
consensuaban cada criterio utilizado y decisión adoptada; se han revisado y discutido
los resultados preeliminares obtenidos con algunas de las participantes en el estudio; se
ha contrastado y comparado las conclusiones presentadas con las obtenidas en otros
estudios que analizan un fenómeno similar y; finalmente, se ha descrito y justificado
con la mayor especificidad y claridad posible cada paso realizado en la investigación.
El comportamiento emprendedor inmigrante femenino en España
“Pushed and pulled”. Motivos
En la mayoría de las biografías investigadas en este estudio vemos que en el
origen del autoempleo hay experiencias de exclusión o discriminación género-étnica en
un mercado laboral dual y segmentado en el que a los obstáculos con los que se
encuentran por el hecho de ser inmigrantes, hay que añadir algunos otros derivados de
su condición de mujeres que actúan como catalizadores del comportamiento
emprendedor (Kreide, 2003).
En este sentido, la vía emprendedora puede constituirse en una estrategia refugio
y de autodefensa básica y omnipresente de las mujeres inmigrantes frente a la exclusión
y las desventajas del mercado laboral (Light, 2007) y en una alternativa de movilidad
social y de salida de los sectores laborales clásicos reservados en muchas ciudades
españolas a las mujeres inmigrantes como el servicio doméstico, la prestación de
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cuidados a personas dependientes (niños, ancianos, enfermos), la hostelería, el textil o la
prostitución que, por otra parte, conllevan mayores relaciones de precariedad y
explotación laboral y de desigualdad de género (Anderson, 2007). En estos casos, la
realización de una actividad empresarial se constituye, por lo general, en el final de un
largo camino en el que aparece como hito ineludible el servicio doméstico.
“…tuve que esperar más de dos años para que me dieran el permiso de autónomo
y mientras trabajé como empleada de hogar ilegalmente, sin contrato, sin seguro,
sin papeles y sin nada porque eso es lo que había,…, ya estaba harta de trabajar
en casas...” (Michaela, Romania)
La demanda de mujeres extranjeras para trabajar en el ámbito doméstico y
asistencial se mantiene gracias a la crisis del modelo de familia tradicional que se está
produciendo desde hace ya algunos años en España en la medida que las mujeres
autóctonas se han incorporado al mercado de trabajo en un contexto de acusada falta de
corresponsabilidad masculina en el trabajo doméstico-familiar característico de la
mentalidad de género mediterránea (Ribas-Mateo, 2004) y con un Estado del bienestar
débil, sustentado en una fuerte tradición familista y donde no existe un diseño de
políticas de conciliación de la vida familiar y laboral y de servicios para las familias
realmente efectivo y universal.
Igualmente, una parte, aunque minoritaria, de las mujeres inmigrantes
investigadas se plantean el autoempleo motivadas por un afán de continuidad respecto a
la profesión que realizaban en el país de origen. Es el caso de muchas mujeres
procedentes de países de Europa Oriental como Polonia, Ucrania, Rusia o Rumanía con
una alta preparación profesional que no pueden capitalizar en España ya que sólo
encuentran trabajos poco cualificados y mal pagados en el ámbito del servicio
doméstico y el cuidado de personas mayores, niños y enfermos (Coyle, 2007). Los
comentarios de Natalia y Maimouna sirven para ilustrar esta situación.
“…en mi país trabajaba en asistencia sanitaria y aquí no podía encontrar nada
parecido, por esto decidí abrir un centro de asistencia integral para personas
mayores…” ( Natalia, Ukraine)
“…hago el trabajo que me gusta, es un trabajo que sé hacer bien,…, aunque yo
fui a la Universidad en mi país, aunque yo tengo una carrera, yo pienso que
aquí no vale ya que somos personas que venimos de allí, aquí no vale, aquí no
hay mucha oportunidad para los inmigrantes si tú no creas tu oportunidad…”
(Maimouna, Nigeria)
De forma coherente con los planteamientos de la teoría migratoria clásica del
Pull and Push (Ravensteins, 1885) y con las más recientes y específicas teorías de la
segmentación étnica y segregación de género del mercado laboral (see Schrover, Van
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der Leun and Quispel, 2007), a la vez que las pocas, precarias, étnicas y femenizadas
oportunidades laborales empujan a las mujeres inmigrantes hacia el autoempleo,
también aparece en el discurso, a modo de atracción motivadora, el deseo de ser
empresarias de sí mismas y alcanzar unos determinados niveles de libertad y autonomía
que les permitan gestionar su propia experiencia vital.
“… tener más libertad, tener un trabajo seguro, porque trabajando para ti
tienes tu trabajo seguro, nadie te despide, nadie te echa la bronca, nadie te echa
del trabajo, nadie te controla, puedes hacer lo que tu quieras,…, no estás con el
miedo de que va a finalizar el contrato y mañana no tendrás trabajo. Además,
tienes la oportunidad de demostrar lo que tú puedes hacer…”(Andrea, Poland)
No obstante, a pesar de que iniciaron esta actividad emprendedora a modo de
huída de los condiciones de explotación en las que trabajaban en el servicio doméstico y
persiguiendo la libertad y autonomía que les podría proporcionar la condición de
empresarias, actualmente trabajan en régimen de auto-explotación, en la medida que lo
hacen durante muchas horas al día, casi todos los días del año. Los siguientes
comentarios de Katerina y María están relacionados con esta cuestión.
“… quería dejar mi trabajo y trabajar en una cosa mejor y lo que más me
apetecía era trabajar para mí, porque ya estaba harta de que me explotaran,
¡harta!. Me apetecía trabajar para mí y tener un horario más flexible y ahora
resulta que sigo sin tenerlo porque trabajar en la hostelería por tu cuenta es
esclavitud pura...” (Katerina, Russia)
“…voy a hacer todo lo posible para que mis hijos no lleven la vida que yo llevo,
los animo constantemente para que estudien, se saquen un título superior y
consigan un empleo estable y bien pagado que les permita llevar una vida
digna…” (María, Dominican Republic )
En estas circunstancias, la creación de empresas para estas mujeres obedece no
tanto a la oportunidad, sino más bien a la necesidad ante situaciones de desempleo,
subocupación o precariedad. La falta de motivación intrínseca puramente emprendedora
se evidencia en tanto que algunas abandonan el ámbito empresarial en el momento que
tienen oportunidad de integrarse en el mercado de trabajo como asalariadas y, además,
resulta un comportamiento relativamente común incrementar el capital humano de sus
hijos con la intención de que ocupen en un futuro profesiones cualificadas de cuello
blanco y por cuenta ajena.
Aunque estas motivaciones de las mujeres inmigrantes también son comunes a
los hombres, en el discurso masculino suele aparecer con más claridad que en el
femenino motivaciones puramente emprendedoras de carácter material extrínseco como
el afán por ganar dinero, prosperar en la escala social o adquirir control y poder sobre
otras personas, o intrínsecos como la superación personal (Lewis, 2006). En cierto
González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
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modo, podría decirse que las mujeres son empujadas con más fuerza que los hombres
hacia el empresariado, mientras que estos últimos se ven más atraídos que las primeras.
Así, el rol masculino de proveedores familiares resulta una motivación
empresarial propia de su género que puede verse acentuada por el hecho de que en
algunas de las culturas de origen de los inmigrantes se le da mucho valor y
reconocimiento a la figura del hombre que emigra a Europa o Norteamérica para
trabajar y hacer negocios y regresan como héroes a sus lugares de origen para que sus
familias paternas y toda la comunidad se sientan orgullosos, a la vez que todas las
mujeres aspiran a contraer matrimonio con uno de estos triunfadores (Schmidt and
Blion, 2000).
Por el contrario, el rol comunal femenino empuja a las mujeres inmigrantes
hacia el autoempleo en cuanto que les proporciona la flexibilidad temporal y espacial
necesaria para compatibilizar trabajo y familia, siendo esto uno de los motivos que más
valoran las mujeres en general del autoempleo y que las distinguen de los hombres
(Grasmuck and Espinal, 2000). En muchos de los casos investigados, tanto la idea de
crear el negocio, como el propio desarrollo del mismo se ve condicionado por la vida
reproductiva y el cuidado de familiares dependientes lo cual evidencia la asunción de
las múltiples responsabilidades de empresaria y madre/esposa/hija/ama de casa sin que
ninguna de estas sea descargada o asumida en parte por el cónyuge/pareja. Carmen
expresaba estas circunstancias con las siguientes palabras.
“…gracias a que trabajo como autónoma puedo atender el negocio con los
niños, cerrar cuando alguno está enfermo, dedicar menos horas al negocio para cuidar
al padre o al marido enfermo, aprovechar los tiempos muertos para hacer compras de
la casa…”(Carmen, Colombia)
En la ideología tradicional de género se sacraliza el rol maternal de las mujeres y
la familia como institución juega un papel preponderante en todas las esferas de la vida
de las mujeres y, por supuesto, también en el autoempleo (Dreby, 2006). De esta forma,
en el discurso de 18 de las 52 mujeres investigadas, especialmente en las
latinoamericanas, se refleja de forma explícita el peso que sobre el proyecto empresarial
ejercen los roles de madre, esposa, hija y ama de casa que en las sociedades tanto de
origen como de destino se les ha transmitido a través de la socialización de género y
que, por tanto, ellas han interiorizado.
“…tengo mis tres niños y quería dedicarles más tiempo, no estar sometida a un
horario, planearlo todo de otra manera para estar yo más con ellos; llevarlos al
colegio, traerlos, que comieran conmigo y no en el comedor, estoy pendiente de
que hagan los deberes y todo eso. En ese sentido muy bien, porque si estuviera
González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
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trabajando por cuenta ajena estaría amargada por no poder atender bien a mi
familia… (Rosa, Peru)
Así, el deseo de conseguir el bienestar de los hijos y de la familia y
proporcionarles un porvenir halagüeño, aparece en el discurso como la justificación
esquemática de género que les ayuda a mitigar las duras condiciones de la inmigración
en el extranjero y les sirven de motivación para soportar y continuar hacia delante con
su experiencia empresarial.
“…mi calidad de vida desde que abrí el negocio ha empeorado, más bien ha
mejorado la de mi hijo y eso me pone contenta…” (Li, China).
En este contexto surge la figura de la mujer jefa de familia que opta por el
proyecto empresarial como una estrategia de mantenimiento del hogar, en muchos
casos transnacional, teniendo en cuenta la sexista falta de responsabilidad que, en
algunas ocasiones, muestran las parejas varones de estas mujeres hacia la crianza de los
hijos y para con las tareas domésticas. La presión del hogar transnacional para las
mujeres solas con cargas familiares en origen bloquea la estrategia empresarial de esas
madres solteras, separadas, viudas, divorciadas, o casadas que dejan a sus maridos e
hijos en el país de origen en busca de una vida mejor (Hondagneu-Sotelo and Ávila,
1997). La necesidad de enviar remesas monetarias limita las posibilidades de ahorro
para la inversión inicial del negocio tal como podemos apreciar en el siguiente
comentario de Paola.
“…mis padres se quedaron con mis 3 hijos en mi país mientras emigrábamos y
nosotros enviábamos dinero para mantenerlos, esto hacía difícil acumular dinero para
empezar en una empresa…” (Paola, Ecuador)
Al menos 13 de las mujeres investigadas mantienen familiares dependientes muy
cercanos, mayoritariamente hijos, en sus países de origen. A pesar de que iniciaron el
proyecto migratorio y empresarial con la idea de proporcionar apoyo y mejores
condiciones vitales a la familia que dejan en origen, estas mujeres sufren la presión del
estereotipo de “la buena madre”, aquella que debe estar vinculada espacial y
temporalmente a sus hijos. A diferencia de los hombres, la maternidad transnacional va
más allá del simple envío de remesas a sus familiares y, además de la responsabilidad
económica, las mujeres inmigrantes empresarias entrevistadas sienten la obligación
moral y la responsabilidad emocional de hacerse cargo de lo que dejan. En este sentido,
las mujeres desarrollan una gran actividad para mantener la unidad familiar en la
distancia a través del contacto telefónico, por e-mail, con cartas, preparando las
reuniones por vacaciones, las visitas de parientes, o las reunificaciones familiares
(Zontini, 2004). Igualmente, al menos 7 de las mujeres analizadas en el estudio
gestionan al marido y a los niños en el país de destino y a los padres y familiares viejos
o enfermos en sus países de origen.
González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
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“Ayudo a mi marido en el negocio familiar”. Características y condicionantes del
proyecto emprendedor
Un cuarto de las mujeres inmigrantes investigadas se ajustan al perfil de
“empresa familiar tradicional”, es decir, son negocios familiares donde el protagonista
de la iniciativa empresarial es el marido y las mujeres, aunque copropietarias, llevan a
cabo únicamente un papel secundario, haciendo las veces de una ayuda familiar y
sometiéndose a las decisiones y a la autoridad del marido.
“…mi marido se ha podido hacer autónomo por sus propios medios, pero
también con mi ayuda, hemos tenido que ayudarnos de mujer a marido, como es
lógico…” (Milena, Bolivia)
“…mi marido me dijo: te pongo un negocio a ti para mejorar el nivel de vida,
…, el puso todo el dinero,…,no tengo un horario fijo, por ejemplo, normalmente
abro a las 9.30, después de dejar a mis niños en el cole…” (Khadija, Morocco)
El término negocio de familia es un eufemismo masculino en el que el rol de la
mujer y otros miembros de la familia es crucial (Grasmuck and Espinal, 2000;
Rangaswamy, 2007). Las historias de éxito de ciertos grupos de inmigrantes
emprendedores que dibujan el mito del hombre hecho a sí mismo oscurecen el esfuerzo
y el acompañamiento de la familia entera, en especial de las mujeres.
Consecuentemente, debemos ser cautelosos a la hora de construir la familia como un
lugar de intereses colectivos y tendríamos que denunciar que muchas veces es un lugar
que refleja meramente los intereses masculinos. No hacerlo así es homogeneizar en
exceso y descontextualizar a-genéricamente la realidad familiar de la inmigración.
Fatou y Xiaomei describen esta situación del siguiente modo.
“…en mi país la mujer trabaja más que el hombre, a veces la mujer saca una
casa con marido y con ocho o nueve hijos,…, no pasa nada. Por eso yo me
siento bien aquí y no tengo mucha dificultad para ayudar en la tienda y llevar
los niños, la casa, mi marido…” (Fatou, Senegal).
“…en mi casa, mi padre era comerciante y algunos de mis hermanos varones
trabajaban con él y también yo y otra chica, siempre estábamos ahí…”
(Xiaomei, China)
Como ponen de manifiesto Anthias and Mehta (2003, p. 112) las mujeres son un
recurso más de los hombres, trabajo familiar barato o no pagado y vinculado con
habilidades tradicionales femeninas como cocinar o la costura capitalizadas para el
proyecto empresarial. Las mujeres, por el contrario, raramente pueden confiar en el
apoyo étnico, porque sus roles prevalecientes son incompatibles con el de mujer
autónoma, a la vez que, como apunta Kontos (2003, p. 187), los hombres no encajan
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bien el rol de subordinado que ayuda en la empresa de la mujer. En este sentido, hay
autores (Ganguly-Scrase and Julian, 1998) que consideran que las principales barreras
del éxito empresarial femenino derivan del machismo conservador y que la situación de
inmigración intensifica la opresión de género. El siguiente comentario de Gracia nos
ayuda a interpretar esta cuestión.
“…los hombres de allá son muy machistas, a los hombres no les gusta que las
mujeres trabajen por su cuenta, yo cuando tenía mi hija pequeña no trabajaba y
ya cuando me separé de él comencé a trabajar y monté mi negocio…”(Gracia,
Peru)
La mitad de las mujeres magrebíes y asiáticas entrevistadas se ajustan a este
perfil empresarial enmarcado dentro de la propia estructura familiar, así como en el
proyecto migratorio del conjunto de los miembros del hogar (Song, 1995; Rangaswamy,
2007). Estas mujeres utilizan una serie de ritmos y estrategias que combinan
cotidianamente la vida laboral y familiar, de forma que confunden y entremezclan roles,
tiempos y espacios empresariales y domésticos haciendo, de esta forma, felices a sus
maridos, padres e hijos, y debido a la socialización de género, a ellas mismas como se
puede interpretar de este comentario de Rachida .
“…además de cómo un negocio, esta tienda es la única posibilidad que tengo de
seguir ejerciendo mi papel de esposa y madre musulmana al que no quiero
renunciar…” (Rachida, Morocco)
Como vemos, en las mujeres procedentes del Magreb norteafricano uno de los
principales moduladores de su experiencia empresarial y, por ende, de todo su proyecto
migratorio es la religión puesto que la moralidad musulmana constriñe las actividades
laborales femeninas y en el ámbito público (Desrues and Nieto, 2009). Bajo estas
circunstancias, las inmigrantes viven y afrontan, a su manera, las disonancias y
ambivalencias derivadas de su estatus de empresaria y de su pertenencia al género
femenino. La cultura y la religión tradicional versus la modernidad Occidental sitúan a
estas mujeres en una compleja posición en la que las creencias psicosociales de género
ejercen una importante presión sobre su proyecto migratorio de autoempleo (Essers,
Benschop and Doorewaard, 2008; Kirmani, 2009).
En esta línea, el discurso del “…yo ayudo a mi marido…” (Fatima, Western
Sahara), puede interpretarse como una justificación elaborada por las mujeres y tolerada
por los hombres, para hacer frente a los impedimentos de la moralidad religiosa o de la
cultura tradicional, que limita la participación de las mujeres en el mundo del trabajo y
en el espacio público, aunque detrás de este discurso se pueden identificar una serie de
consecuencias que podrían suponer un “cierto empoderamiento” para estas mujeres.
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Mientras que el empresariado inmigrante masculino es capaz de suplir las
desventajas de clase con recursos provenientes de su grupo étnico y por su género de
pertenencia, las mujeres utilizan otras estrategias marcadas por su condición femenina
(Yetim, 2008).
En este sentido, un tipo de migración netamente familiar que encontramos
íntimamente ligado al género sería la extensión transnacional de las cadenas femeninas
de cuidadoras que conforman, en sí misma, una estrategia de conciliación laboral y
familiar (Salaff and Grevent, 2004), así, hemos detectado como algunas familiares
(abuelas, generalmente madres de la esposa, hermanas e hijas) acuden a la llamada de la
mujer inmigrante empresaria para cuidar de los hijos/as y/o a gestionar el hogar.
“… mi marido me ha traído a mi hermana para cuidar nuestros hijos…”
(Malika, Algeria)
“…por fortuna pude traer a mi madre para que me echara una mano con los
niños y la casa…” (Katerina, Russia)
Otro de los aspectos de su estrategia empresarial en el que se hace saliente la
feminidad tiene que ver con el hecho de que la unión con un hombre, ya sea pareja o
socio, sobre todo si es autóctono, facilita el lance empresarial, aún cuando genera cierta
dependencia de género. Andrea, Maimouna y Aminata nos han relatado esta situación.
“…yo he seguido con el negocio de mi pareja, él ya lo tenía montado…”
(Andrea, Poland)
“…me lié con un señor que me ayudó a buscar trabajo de limpiadora, eso me
proporcionó un contrato de trabajo con el que pude obtener los papeles y luego
me prestó dinero para empezar el negocio,…, solamente mi novio me ha
ayudado, yo tenía fianza gracias a mi novio, en ese tiempo con su sueldo
pagaba el local, lo único que yo podía pagar es luz y teléfono, lo demás lo
pagaba él,…, algunos de mis proveedores españoles están casados con negras y
saben más o menos como va el asunto de la peluquería para afro-europeas,…,
compramos también a otra que es nigeriana pero está casada con un
español…”(Maimouna, Nigeria)
“…está muerto ahora,…, se llamaba Juan y me decía: ¡si tú no tienes papeles
aquí, yo te hago un contrato, te pago el seguro y a trabajar!, pero murió en
agosto,…, fue él quien me ayudó mucho a aprender a hablar español, me
empujaba: ¡vete a cursos, vete a eso! Era un hombre mayor, casi 60 años, fue él
quien me ayudó a integrarme mucho cuando llegué aquí con mi hija sola…”
(Aminata, Senegal)
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Esto es debido a diferentes motivos clave como que la adquisición de recursos
económicos para la inversión inicial del negocio se ve favorecida, borra las barreras
administrativas con las que se encuentran las mujeres inmigrantes a la hora de montar
una empresa y favorece la aceptación e integración por parte de la sociedad autóctona.
Igualmente, podemos decir que el proyecto emprendedor de las mujeres
inmigrantes está marcado por la (auto)estereotipia de género en la medida que, por
ejemplo, en ocasiones hablan de sus empresas como “…my baby…” (Oumou, Nigeria)
o se refieren a su proceso de creación como que “…ha sido un embarazo y parto en
solitario…” (Sonia, Ecuador) reflejando cierto compromiso maternal para con su
negocio.
En este sentido, una parte de su estrategia empresarial la fundamentan en
cualidades personales que se ajustan a la tradicional representación social femenina
como son la atención y el trato cariñoso y empático que se ven capaces de proporcionar
a su clientela; la limpieza, orden y pulcritud de sus negocios; o la constancia,
persistencia, paciencia, sacrificio, abnegación en la que fundamentan el éxito de su
proyecto emprendedor (Anderson and Hughes, 2009). Los testimonios de Lorena y
Fatou son muy significativos con respecto a este tema.
“…hay mucha gente que me dice Lorena que dulce eres,…, el cariño que yo doy
a la gente mayor, que mi trato es siempre de abuelita, abuelito, caballero, venga
guapa, ¿cómo está usted?, trato de ayudarle...”. (Lorena, Colombia)
“…yo soy muy cariñosa con mis clientes, eso es lo más importante, para mí eso
es lo que me ha ayudado a ganar clientes, la caricia y paciencia que yo tengo con
los españoles…” (Fatou, Senegal)
Además de la segmentación étnica del mercado laboral que afecta a todo el
colectivo de hombres y mujeres inmigrantes, podemos hacer referencia a cierta
segregación de género en cuanto que 24 de los 52 perfiles empresariales de las mujeres
inmigrantes entrevistadas, a diferencia de los hombres, se ubican en aquellos sectores y
actividades vinculados a las habilidades tradicionales de género femeninas y a la
reproducción social –costura, cocina, limpieza, cuidado de personas dependientes,
moda, belleza- en la medida que en la cultura mediterránea se les presuponen ciertas
habilidades femeninas naturales para realizar este tipo de tareas (Solé, Ribas, Berballi
and Parella, 1998). Suelen ser antiguas empleadas de origen inmigrante como Andrea y
Ana que han acumulado conocimientos, información, financiación y contactos a lo largo
de su trayectoria como asalariadas.
“…trabajé de camarera, trabajé de costurera, trabajé de planchadora, trabaje
de cocinera, de agente de publicidad, de reportera en la televisión local, trabajé
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con una persona mayor que tenía Alzheimer y muchas cosas…” (Andrea,
Poland)
“…conocí a una señora que fue la que me dijo ¡métete ahí!, ¡pon tu propio
taller!, ¡si tu sabes coser!, ¡tú haces arreglos de ropa por tu cuenta! A mí me
gustó muchísimo la idea y desde entonces voy hacer ya dos años trabajando en
esto…” (Ana, Bolivia)
En este sentido, Schrover, Van der Leun and Quispel (2007, p. 535) consideran
que la participación en un nicho laboral como trabajadoras y empresarias refuerza la
feminización de un determinado sector económico-laboral en el que se asocia el bajo
estatus y salario con el hecho de que lo realizan las mujeres. Como menciona Light
(2007, p. 544), los inmigrantes emprendedores muestran una clara tendencia a contratar
a otros inmigrantes como empleados aprovechando, precisamente, aquello que a estas
personas les supone serios obstáculos para integrarse en el mercado de trabajo ordinario.
Así, estos empresarios no ejercen discriminación etno-racial hacia aquellos individuos
con los que comparten idioma, redes sociales, claves culturales y, además, son capaces
de valorar la productividad derivada de la preparación educativa, cualificación
formativa y competencia profesional adquirida por estas personas en sus países de
origen pero sin pagar por dicha productividad los costes habituales en el mercado de
trabajo dominante. Paralelamente, el mismo autor (Light, 2007, p. 546) ha evidenciado,
como las mujeres empleadoras también prefieren contratar a otras mujeres reconociendo
y valorando, de esta forma, su productividad y contribuyendo a reducir las diferencias
socio-laborales y económicas entre hombres y mujeres. Las mujeres inmigrantes
emprendedoras, en cuanto que pertenecen a los dos colectivos antes mencionados, se
podría pensar que también prefieren contratar a otras mujeres inmigrantes, lo cual, aún
cuando puede ayudar a compensar las desventajas de clase y género que sufren en el
mercado de trabajo mayoritario, no reduce la segregación étnica y de género puesto que
ejercen su actividad empresarial, como acabamos de mostrar, en sectores socioeconómicos y laborales feminizados y propios o específicos del colectivo de
inmigrantes y, además, la mayor parte de los trabajadores que se pueden contratar en
este tipo de nichos laborales también son mujeres e inmigrantes.
Identidad personal, empoderamiento de género y movilidad social. Consecuencias
A través del autoempleo las mujeres inmigrantes pueden verse inmersas en
estrategias de empoderamiento que les lleva a superar su condición de mujeres en una
cultura patriarcal en la que sus vidas han estado controladas por padres y hermanos en
sus casas familiares y por sus maridos e hijos en sus hogares personales. Con el
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autoempleo buscan escapar del control social de género, de clase y étnico y realizar una
vida no vivida.
“…no quería depender de terceras personas para trabajar, ni de mi familia
paterna, quería depender de mi misma para subsistir y tener mi propia familia,…,
ser autónoma es básico,…, tener tu negocio para y por ti misma…” (Juana,
Argentine)
En este sentido, dado el fenómeno generalizado en muchas partes del mundo de
feminización de la pobreza y ante situaciones de crisis socioeconómica y laboral aguda,
es bastante común entre estas mujeres inmigrantes iniciar la aventura migratoria
huyendo de la presión social y de la dependencia al grupo de pertenencia en el país de
origen (Kofman and Sales, 1998). El desplazamiento les permite una independencia
social y económica que, aunque insuficiente, si les resulta necesaria para revalorizarse
como personas y como mujeres, de hecho, este aumento de su estatus individual
femenino, tan devaluado en sus culturas de origen, es una de las principales
consecuencias explícitas que ha tenido el comportamiento emprendedor de 2 de las 4
mujeres africanas de nuestro estudio procedentes de países subsaharianos como Nigeria,
Senegal, etc.
“…me gusta hacer mis cosas, me gusta ser mía, porque yo sé que tengo muchas
cosas en mí…” (Aminata, Senegal)
Así, el proceso migratorio y emprendedor resulta decisivo no sólo en cuanto a la
autopercepción de las mujeres, sino también en cuanto a las relaciones familiares de
género. La emigración femenina emprendedora se constituye en un proceso de
individualización a través del cual, aún sin dejar de ser y verse como miembros de un
núcleo familiar, las mujeres adquieren conciencia de que también son individuos con
necesidades y desarrollos propios y, por ende, tienden a adoptar una nueva posición
dentro de la familia. La siguiente cita de Yamina recoge muy bien este cambio.
“…desde que abrí la tienda me respetan más, sobre todo los de mi país,…,
también mi marido está orgulloso de mí…” (Yamina, Morocco)
Analizando las narraciones de las mujeres investigadas también se aprecia como
el proceso emprendedor les ha permitido mejorar sus relaciones sociales, aumentar los
lazos de amistad con muchos nativos y, en general, adquirir un reconocimiento público
y un estatus social más valorado puesto que, como dice Kontos (2003, p. 197), una
mujer emigrante exitosa es aquella que, además, consigue mantener y aumentar sus
redes sociales. Este es el caso de Monika.
“…en un negocio tratas mucha gente, conoces mucha gente, muchísima, hoy
entra uno, mañana entra otro, mañana entra otro y así vas conociendo mucha
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gente,…, y con unos coges amistad, otros te pueden ayudar con muchas cosas,
¿sabes? Luego, siendo tú el dueño, te tratan de otra manera, porque hay algún
tipo de racismo que hace que te portes mejor con el dueño y trates de otra
manera al empleado. Siendo autónomo, teniendo tu propio negocio te ayuda
mucho a llevar la vida mejor aquí ¿sabes?, y como inmigrante también, porque
te integras mucho mas rápido en la sociedad, te integras mucho mejor, te tratan
de otra manera…” (Monika, Russia)
No obstante, coincidimos con Harvey (2005, p.111) en que el cambio de estatus
familiar y de género de las mujeres empresarias también puede volverse en su contra en
la medida que puede hacerlas sospechosas de poner en cuestión el orden patriarcal al
liberarse del control social y familiar de los varones.
En los hombres ocurre un proceso similar pero en el que se hace saliente, sobre
todo, el empoderamiento y la movilidad social en la medida que a través de la conducta
emprendedora adquieren una identidad social más positiva que les lleva a trascender sus
percepciones como miembros de una categoría social desfavorecida, inmigrantes, a otra
con más prestigio y estatus social, empresarios (Mana, Orr and Mana, 2009).
Por otra parte, también hemos detectado una serie de miedos y preocupaciones en
algunas de estas mujeres empresarias inmigrantes que, desde nuestro punto de vista,
podrían estar relacionadas con la socialización femenina de género.
“…me da miedo la noche y los borrachos…” (Anna, Romania)
“…me preocupan los robos y algunos chicos del barrio que vienen a menudo y
me molestan, espero que me dejen tranquila…” (Wei, China)
“…mi hermana me decía: ¡si te quieres venir para España aquí estaremos
juntas ya que aquí me encuentro muy sola, algunas veces tengo miedo y me
siento mal!, ¿sabes?, ¡y aquí te encontramos trabajo y de todo! y, bueno, y así
decidí venir aquí…”(Natalia, Ukraine)
Y es que, como explica Chasteen (1994, p. 312):
“…women are socialized to have a diffuse fear, connected to potential attacks by
unknown men,..., women see the world around them through the lens of socialiced
fear…”
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Otra de las consecuencias diferenciales de género derivadas del hecho de ser
empresaria tiene que ver con los estereotipos de género y las actitudes sexistas
predominantes en el contexto geográfico del mediterráneo europeo (Anthias and Mehta,
2003; Ribas-Mateos, 2004). De esta forma, en el mundo de los negocios la mujer sigue
ocupando los puestos internos y el hombre los externos, lo que equivale a la división
tradicional entre el espacio público-masculino y el privado-femenino; igualmente,
proveedores, clientes, financiadores suelen dirigirse al marido o a empleados hombres
como si fuesen los empresarios y en ocasiones las mujeres tienen que ir acompañadas y
avaladas por hombres a la hora de pedir créditos ya que estas aparecen ante los
banqueros como necesitadas, inciertas y carentes de autoconfianza.
“…hasta mucho tiempo después de coger el negocio algunos creían que yo era
empleada…” (Ivanka, Russia)
“…el negocio lo llevamos entre mi marido y yo, él se encarga de servir las
mesas y atender a los clientes y yo estoy en la cocina preparando tapas y
lavando los platos, vasos y demás…” (Milena, Bolivia)
Como describe Rangaswamy (2007, p. 680):
“… Husband and wife worked as joint owners, with the wife usually playing the
role of trusted and watchful accountant manager. Amongst employees, there was
some demarcation between ‘men’s work’ and ‘women’s work’, with the
distinctions being maintained more clearly in some areas, such as the kitchen,
than in others such as front counter and general clean-up. If the women were the
wives of store-owners, they had a privileged position but also a more vested
interest in working as hard as they could. According to some owners, if their
wives had not rolled up their sleeves and worked long hours, or continued to
manage and oversee store operations while they themselves were talking to
bankers or scouting new locations, the men would never have achieved the
successes they did...”
Por todo ello, la mujer inmigrante empresaria, a diferencia de los hombres,
puede sentirse como en un contexto inapropiado (Bruni, Gherardi and Poggio, 2004a),
como de segunda clase, y esto puede repercutir en que realmente se asuma esta baja
autoestima y sentimiento de inferioridad afectando a su desempeño empresarial a modo
de profecía autocumplida y a través de la amenaza y la presión que este estereotipo de
género negativo femenino ejerce sobre la (auto)evaluación de su competencia
emprendedora (Steele, 1997)...
“…era un riesgo y yo tenía un poco de miedo de que fuese mal, al comienzo me
afectó mucho los nervios, yo no podía ni hacer cuentas, me quedaba en
blanco…” (Teresa, Argentine)
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“…lo más importante es el apoyo anímico, psicológico, lo necesitas para no
venirte abajo…” (Aicha, Morocco)
…o, por el contrario, que a través de la conducta emprendedora se intenten
restaurar los daños infringidos en la autoestima (Langowitz and Minniti, 2007) tal como
expresa Michaela.
“…teniendo un negocio te encuentras mucho mejor, más relajada, mucho más
segura, te sientes orgullosa de lo que haces...” (Michaela, Romania)
El emprendimiento expansivo conlleva unos determinados riesgos económicos,
dedicación absoluta, acumulación de capital humano, experiencia y/o contactos
laborales que no son compatibles con la orientación biográfica que han recibido una
gran parte de las mujeres estudiadas, socializadas por su género hacia la familia, los
hijos y la casa. En los comentarios de Monika y Fatou se refleja con claridad el miedo
al riesgo que muestran muchas mujeres inmigrantes empresarias.
“…si hubiera tenido la pastelería en un lugar más transitado, con más gente,
habría tenido más éxito, pero el precio de los locales en el centro son carísimos
y yo no puedo. Y otra cosa es el riesgo que existía,…, tú imagínate, montar un
negocio, que cuesta dinero, pagar un alquiler, que cuesta un montón y luego no
entra nadie, no quieren y no les gusta, ¿qué haces?, entonces dije: vamos a
empezar por poquito, un alquiler que no cueste tanto, tanto, tanto… y a ver qué
tal…” (Monika, Russia)
Así, las mujeres empresarias inmigrantes no suelen desafiar el estatus quo
abiertamente y adoptan estrategias más cautas, paulatinas, poco disruptivas o agresivas.
El resultado no intencionado es que hay pocas mujeres inmigrantes empresarias que
sirvan de referencia para ganar confianza a otras mujeres, perpetuándose, de esta
manera, el modelo emprendedor masculino predominante.
“…se tiene mucho miedo a montar una empresa porque no sabes dónde vas a
meterte,..., hay que ir muy poco a poco para estar segura…” (Fatou, Senegal)
Parafraseando a Light (2007, p. 554-555): “… mystifications o illusion that
successful entrepreneurship requires only an act of will,…, anyone can become
an entrepreneur,…, in actuality, as ethnic economy research reveals, successful
entrepreneurship requires more than investment capital and a risk-taking
personality,…, high entrepreneurship develops in groups that have resources of
social, cultural and human capital as well, of course, as financial capital,…,
childhood and adult socialisation inadequately prepares and motivates women
for entrepreneurship,…, lacking all the requisite resources in the requisite
González-González, J.M., Bretones, F. D., Zarco, V. y Rodríguez, A. (2011). Women, immigration and
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quantities (social, cultural, human and financial capital), women do not become
entrepreneurs as often as do men because they still cannot do so...”
Por el contrario, en el discurso de los hombres resulta habitual hacer saliente
cierta apología del riesgo como parte de su estrategia empresarial que, desde nuestro
punto de vista, tiene que ver con la tradicional socialización de género masculina en la
que se asocia el estereotipo del hombre empresario con la capacidad para asumir riesgos
de forma valiente, casi heroica, haciendo ostentación de una gran seguridad en sí
mismos (Bruni, Gherardi and Poggio, 2004b).
Como concluye Fairlie and Robb (2009, p.392):
“…in the end, unobservable factors, such as different preferences,
discrimination, and risk aversion, may be responsible for low levels of female
entrepreneurship…”
Conclusiones
A partir de los testimonios de las mujeres inmigrantes entrevistadas vemos cómo
todo el proceso emprendedor (motivaciones, estrategias y consecuencias) está
condicionado por su adscripción al género femenino y cómo la actividad empresarial les
ayuda a superar la segregación laboral y de género que sufren por su doble condición de
mujeres e inmigrantes, les permite ajustarse a los condicionantes y demandas de su rol
de género tradicional y les supone una fuente de autoestima e identidad personal,
empoderamiento de género y movilidad social.
De esta forma, la actividad empresarial en estas mujeres inmigrantes obedece,
simultáneamente, a una estrategia de lucha contra la exclusión y segregación del
mercado sociolaboral que las fuerza a asumir condiciones de autoexplotación y
precariedad dentro de sus propios negocios, pero que a la vez resulta una opción
voluntaria y libre en aras de conseguir cotas más altas de autonomía e independencia
profesional, valor personal, prestigio social y, consecuentemente, paridad de género.
En las narraciones de estas mujeres se refleja con claridad la función del
autoempleo como estrategia para conciliar vida familiar, profesional y personal sin
salirse de los modelos religiosos, éticos y de género femeninos impuestos en sus
culturas tradicionales patriarcales y que las hace anteponer su roles como madres,
esposas, hijas y/o amas de casa antes que mujeres empresarias. En este sentido, son
muchas las ocasiones en las que las mujeres representan la cara oculta de las historias de
éxito del empresariado inmigrante en la medida que constituyen un capital humano
invisible, incondicional e intemporal.
En el contexto social, económico y político del sur de España existe una
marcada segmentación sociolaboral que constriñe al colectivo de inmigrantes dentro del
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ámbito de la economía sumergida realizando trabajos en condiciones de inestabilidad,
precariedad y con poco reconocimiento social. De esta forma, para las mujeres
inmigrantes la creación de una empresa resulta uno de los escasos procedimientos que
existen en este contexto para conseguir cierta movilidad social y empoderamiento de
género. Además, como consecuencia de la cultura mediterránea española se establece
una fuerte segregación de género en el mercado de trabajo que restringe las actividades
profesionales de las mujeres, bien sea como empleadas o empresarias, a los ámbitos del
servicio doméstico, la costura y la asistencia de personas mayores, enfermas o niños/as.
La intersección categoría social, etnia y género se ilustra igualmente si tomamos
como referencia el debate sobre los modelos del empresariado étnico puesto que,
aunque sobre las mujeres inmigrantes empresarias ejercen influencia factores derivados
de su condición de grupo social desfavorecido (inmigrantes), bien sean de carácter
estructural (obstáculos para acceder al mercado de trabajo asalariado, problemas en el
acceso a determinados sectores sociolaborales y restricciones en la salidas de algunos
otros), cultural (tradición, religión, costumbres, redes) y/o geográfico (características y
particularidades jurídicas, normativas, culturales y sociales propias del emprendimiento
y la inmigración en España), tenemos que enfatizar que todo el proceso se ve matizado
de manera muy importante por el hecho de ser mujeres desempeñando un rol
empresarial estereotípicamente masculino y en un contexto social, económico y cultural
ajeno e impregnado de diferencias de género.
En este sentido, podemos ver que existe similaridad entre las diferencias de género
encontradas en la literatura científica sobre emprendedores y las que se han puesto de
manifiesto en esta investigación con el colectivo de mujeres inmigrantes, lo cual nos
podría estar indicando que, aunque el fenómeno migratorio y el contexto sociocultural
introducen importantes e interesantes matices sobre este objeto de estudio, la influencia del
género tiene un efecto aún más visible y dominante sobre el comportamiento emprendedor
que la condición de inmigrante.
En cuanto a la influencia de la zona geográfica de procedencia sobre el proyecto
empresarial migratorio femenino hemos apreciado algunas peculiaridades entre las
mujeres estudiadas, aunque muchas menos de las que en un principio cabría esperar
dada la diversidad étnica, cultural, social y económica existente entre los territorios de
origen. Sin pretensiones de generalización y teniendo en cuenta que este no ha sido el
objetivo principal de nuestro estudio si nos gustaría comentar que hemos observado
como para muchas mujeres latinoamericanas la familia y la asunción de un rol maternal
ejerce una influencia preponderante sobre sus proyectos empresariales. En una gran
parte de las inmigrantes magrebíes la adopción de un perfil de familia-empresa les
permite satisfacer importantes preceptos de su moralidad religiosa; algo parecido ocurre
entre algunas de las empresarias asiáticas investigadas pero con unos tintes más
culturales que religiosos. Para numerosas mujeres subsaharianas, la experiencia
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empresarial tiene como consecuencia un empoderamiento personal y social que
incrementa su valor como individuos y las hace percibirse y ser percibidas como algo
más que miembros de un colectivo, el de las mujeres, discriminado y marginado en sus
sociedades de origen. Igualmente, muchas europeas orientales se plantean la creación de
un negocio como una forma de continuidad profesional y/o movilidad socio-laboral.
Por último, concluimos que la intersección de procesos psicosociales como el
sexismo, clasismo y racismo empujan a estas mujeres a ciertos nichos ocupacionales e
influyen en un nivel más micro sobre su comportamiento emprendedor, interacciones
sociales, vida familiar y experiencia personal. A pesar de ello, las mujeres inmigrantes
emprendedoras se pueden considerar modelos que rompen estereotipos y prejuicios
tanto de género como de colectivo social puesto que ayudan a superar la visión que se
tiene en España sobre los inmigrantes como un problema socialmente construido a
través de imágenes preconcebidas de pobreza, marginalidad y conflictividad; a la vez
que contribuyen al desarrollo progresivo de una representación social positiva del
empresariado femenino contrapuesta a las tradicionales y sexistas percepciones
mediterráneas sobre las mujeres de conformidad, falta de iniciativa, sin aspiraciones e
incapaces de triunfar y de arriesgarse.
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Anexos
Cuadro 1. Participantes
Origen
Edad
Estudios
Actividad empresarial
Antigüedad
Latinoamérica 24
Media 36.9
Secundarios 28 Moda, lencería, novias Media 32 meses
Magreb 10
Rango 21-58
Superiores 12
9
Rango 6-62 meses
Bares, restaurantes 8
Primarios 8
Asia 7
Europa del Este 7
Estado Civil
Bazares, regalos 6
Sin estudios 4
Empleados
Casadas 33
Locutorios, Ciber 6
Media 0.8
Solteras 10
Peluquería y belleza 5
Rango 0-5
Divorciadas
Costura 4
África subsahariana 4
9
Alimentación 4
Guarderías,
Hijos
Media 1.95
geriátricos
4
Artesanía 2
Limpieza 2
Profesiones liberales 2
Ingresos
Cubrir gastos 32
Beneficios 14
Pérdidas 8
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